domingo, 25 de febrero de 2007

EL PODER DEL EVANGELIO

Parte I
“PERO ¿ENTIENDES LO QUE LEES?”
A todo los que estamos interesado por los caminos de Dios:
¿Deberíamos quedarnos satisfecho por leer las Escrituras, estudiarla, hacer una división correcta de las administraciones, llegar a una mejor traducción con el estudio de las palabras griegas o hebreas, o al esclarecimiento de un pasaje a la luz de un orientalismo o una figura de dicción?¿Deberíamos quedarnos satisfechos con “conocer” que dice la Palabra de Dios?¿Deberíamos quedarnos satisfechos con compartir la Palabra, por motivar a otros a la lectura de la Biblia, llenando de gentes nuestras iglesias, nuestras clases y seminarios? ¿Deberíamos quedarnos satisfechos? ¿Son todas estas buenas cosas el propósito principal y final para el que Dios envió su Palabra?

Consideremos la parábola del sembrador y la explicación que el Señor Jesucristo dio de la misma
Mateo 13:1
Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar.
Mateo 13:2
Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa.
Mateo 13:3
Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar.
Mateo 13:4
Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron.
Mateo 13:5
Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra;
Mateo 13:6
pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.
Mateo 13:7
Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron.
Mateo 13:8
Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno.
Mateo 13:9
El que tiene oídos para oír, oiga.
Mateo 13:18
Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador:
Mateo 13:19
Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.
Mateo 13:20
Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo;
Mateo 13:21
pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.
Mateo 13:22
El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.
Mateo 13:23
Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.

A través de esta parábola del Señor Jesucristo podemos aprender, entre otras cosas, que la Palabra no es un fin en si misma, sino que es como una semilla, la buena semilla que Dios nos ha dado para que produzca FRUTO. Ese es el propósito principal de la palabra de Dios. Además, se nos advierte que para que haya fruto, primero se ha de ENTENDER la Palabra.

Muchas escrituras indican que lo que se busca es fruto.
Juan 15:8
En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.
Juan 15:16
No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.
Filipenses 4:17
No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta.

Claramente lo que se busca es fruto, tanto es así, que el señor Jesucristo enseñó que la prueba indubitable de la madurez de un creyente, o de si una doctrina es verdaderamente conforme a la voluntad de Dios, es justamente la presencia de fruto espiritual (Mat. 7:16-17)

Para una primera aproximación a entender a que cosas se refiere la Biblia cuando dice “fruto”; consideremos Galatas 5:22.
Gálatas 5:22
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
Gálatas 5:23
mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.

Por lo que podemos ver, el fruto del espíritu es una verdadera transformación del corazón. (aunque también consideramos fruto a todo aquello que es producido por la obra del espíritu)

Muchos cristianos leen la Biblia, estudian la Biblia, hablan de la Biblia, las iglesias están llenas de buenas personas con intenciones muy nobles y sin embargo la ausencia de verdadero fruto del espíritu es dramática.
Ya hemos considerado que la manifestación innegable del desarrollo espiritual es la presencia de fruto del espíritu, sin embargo gran parte de la cristiandad a basado la consideración de su andar y crecimiento espiritual en un sinfín de factores externos y no en la presencia del fruto.
Fácilmente podemos observar genuinas manifestaciones de entusiasmo, buenos momentos de alegría, buenas intenciones, mucho trabajo para el Señor, etc., etc., etc. Pero, fruto del espíritu, muy poco y mucho menos “fruto que permanezca”. Si es que entendemos la parábola del sembrador (como otros tantos pasajes que nos comunican lo mismo) no deberíamos estar satisfechos.

¿Por qué tanta ausencia de fruto a pesar de tratar, con buena actitud, la Palabra de Dios?
¿Será posible que a pesar de tanto estudio, aun no se entienda la Palabra de Dios?
¿Cuál es el camino que Dios enseña y que otros antes que nosotros han seguido y fueron bendecidos con abundancia de fruto?
Vayamos pues al principio de ese camino...
Hechos 8:26
Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el sur, por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto.
Hechos 8:27
Entonces él se levantó y fue. Y sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar,
Hechos 8:28
volvía sentado en su carro, y leyendo al profeta Isaías.

Este etiope venia leyendo la Escritura y por lo que el contexto nos muestra, lo estaba haciendo con una buena actitud. Sin embargo algo estaba faltando por lo cual Dios le pidió a Felipe que acudiera para subsanar.
Hechos 8:29
Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro.
Hechos 8:30
Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees?


Recordemos que el Señor enseño en la parábola del sembrador que es necesario entender la Palabra para que esta produzca fruto.
Sabiendo esto, Felipe no se quedo satisfecho con que el etiope estuviera leyendo la Escritura, ni siquiera que tuviera una buena actitud para los asuntos de Dios. Él estaba muy interesado por saber si entendía la Escritura. A lo cual el etiope respondió:
Hechos 8:31
El dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él.

Entonces se concretó el encuentro que Dios había arreglado: un hombre con la actitud correcta, la Escritura, y otro hombre guiado por el espíritu para ayudar a entenderla. Estemos atentos, pues al igual que el etíope, estamos a punto de aprender una gran lección
Hechos 8:32
El pasaje de la Escritura que leía era este: Como oveja a la muerte fue llevado; Y como cordero mudo delante del que lo trasquila, Así no abrió su boca.
Hechos 8:33
En su humillación no se le hizo justicia; Mas su generación, ¿quién la contará? Porque fue quitada de la tierra su vida.
Hechos 8:34
Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: Te ruego que me digas: ¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo, o de algún otro?
Hechos 8:35
Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció
el evangelio de Jesús.

Consideremos seriamente. ¿Cuál era el problema de entendimiento que tenia el etiope al leer las Escrituras que urgió a Dios a enviar a Felipe para ayudarlo? Lo que el etiope no entendía al leer las Escrituras es que lo que éstas le estaban comunicando era: El evangelio de Jesús.
Eso era lo que él no había aprendido a ver en las Escrituras. Eso fue lo que Felipe le enseñó.

Notemos que Felipe le anuncio el evangelio de Jesús comenzando desde esa escritura, lo cual deja en claro que este no es un asunto más dentro de todos los que trata la Biblia, sino que el evangelio es “el” mensaje básico y vital que atraviesa toda la Biblia y que Dios tanto desea que aprendamos a ver en su palabra.

¿Qué es “el evangelio de Jesús”?
La palabra “evangelio” significa: buena noticia.
¿Cuál es entonces esa buena noticia referente a Jesús de la cual toda la escritura nos informa?
Efesios 2:4
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,
Efesios 2:5
aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo
(por gracia sois salvos),
Juan 3:16
Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.Juan 3:17
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

La buena noticia referente a Jesús que Dios quiere que entendamos es que: Él nos ama; de tal manera nos ama que (por su gracia) estando nosotros muertos en pecado, Él envió a su hijo Jesucristo, no para condenarnos sino para salvar y proveer (a todo aquel que cree) de una nueva y poderosa vida que es garantía y anticipo de la vida eterna. Esto, más todas las innumerables e insondables verdades que de ello se desprenden, forman el evangelio, la buena noticia que Dios esta tan interesado que recibamos.
Esta es entonces, en una forma extremadamente resumida, la buena noticia.

¿Porque se aclara que toda esta provisión de Dios en Jesucristo es “por gracia”?
¿Qué significa gracia? Significa: regalo o favor que se da por aprecio, o por amor.
¿Porqué entonces se enfatiza que todo esto que recibimos en Jesucristo es gracia (regalo) de Dios?
Porque a causa de su amor, Dios no nos pide méritos ni obras para obtener éstas cosas, la única condición para regalárnoslas es que creamos.
Yo diría que el hecho de que se asegure que la salvación es por gracia de Dios, es lo que pone al mensaje bíblico el sello de verdadera y completa buena noticia.
Por lo tanto, el evangelio de Jesús, equivale a decir la buena noticia del amor de Dios y su regalo en todo lo que ha provisto, provee y proveerá a través del Señor Jesucristo.
Esta buena noticia atraviesa toda la Biblia. Y este es esencialmente el mensaje que Dios, desde el principio, nos quiere comunicar.
El problema es que muchos cristianos, aunque tienen cierto conocimiento del evangelio, para ellos todavía no es mas que un tema entre otros temas que trata la Biblia; y lo que enseña la propia Biblia, es que el evangelio es el tema central de las escrituras, es el tema principal a recibir y predicar.
La Biblia nos enseña muchas diferentes cosas, pero la Biblia no es un compendio de distintas cosas sabias. La Biblia es un libro con un mensaje.
Cada hecho, cada persona, cada palabra, incluso cada silencio que se encuentra en la Biblia, está puesto allí para comunicarnos, de una u otra manera, algo de ese mensaje. Y a su vez cada hecho, cada persona, cada palabra, incluso cada silencio que se encuentra en la Biblia, es entendido correctamente a la luz de dicho mensaje. Ese mensaje es el evangelio, y por eso el evangelio es lo que Dios quiere que entendamos en primera instancia.
Todas las obras de Dios (entre ellas la Biblia) nos revelan esencialmente la misma cosa, el mismo mensaje. Podríamos decir que el evangelio es contado por todas las obras de Dios; que de uno u otro modo todas las cosas nos enseñan la verdad de Dios, nuestra parte es aprender a verlo.
Por ejemplo la naturaleza: para muchos la naturaleza no es nada, otros la hayan digna de toda consideración y estudian sus detalles y tal ves publiquen sus buenos y hasta provechosos estudios en el Discovery Channel, pero otros, como el rey David (salmos 104:10-24) o el Señor Jesucristo (Mateo 6:26-30), aprendieron a ver en ella una muestra del profundo amor y cuidado de Dios por toda las cosas y especialmente por el hombre (lo cual es la medula del evangelio). Del mismo modo pasa con las escrituras, si al leerla y estudiarla solo vemos un montón de historias, dichos, personas, reglas y demás cosas dignas de consideración pero no arribamos al evangelio, al igual que el etiope, todavía no estaríamos entendiendo lo que leemos. Muchos cristianos están perdidos dentro de sus biblias, sin poder atinar a entender que es en definitivas lo que Dios les quiere decir.
Los hombres que entendieron la palabra de Dios veían claramente el evangelio en cada detalle de ella y predicaban sobre él o a la luz de él. Los siguientes pasajes nos permiten ver que este fue el modo de entender y trabajar las escrituras tanto del Señor, como de los apóstoles: Lucas 24:25-27; Juan 5:37-39; Hechos 13:14-39; Hechos 17:1-3; Hechos 28:23; etc. Cuando usted lea estos pasajes, vera que en muchos de ellos se hace referencia a Cristo como el tema central de la sagrada escritura. Eso no representa ninguna contradicción con lo que vengo exponiendo, ya que si considera los pasajes tratados hasta aquí y las consideraciones relacionadas, usted comprenderá rápidamente que Cristo es la figura central y esencial del evangelio. (le aconsejo no dejar de leer dichos pasajes)

El evangelio es la semilla espiritual necesaria para activar el poder vivificante del espíritu santo; si hay semilla, la vida que ella contiene en combinación con el espíritu santo producirá fruto. Si hay abundancia de semilla, habrá abundancia de fruto. Si no hay semilla, no habrá fruto por mucho que se trabaje la tierra.
Por supuesto que no estoy buscando menospreciar el honesto trabajo de muchos hermanos, solo busco colaborar para que dicho trabajo produzca la abundancia de fruto que Dios desea disfrutemos todos los que en Él buscamos.

Permítame volver a recordar que la Biblia es un libro con un mensaje básico y central, y ese mensaje es el evangelio.
Si su amor es esencialmente lo que Dios nos quiere comunicar y si lo que Él nos a regalado, nos regala y nos regalara por medio de Cristo es la más grande manifestación de ese amor suyo, es muy importante y fundamental para nosotros arribar a ello cada día, porque solamente este mensaje puede ganar nuestro corazón y entonces hacer posible la regeneración del mismo.
De allí que el evangelio sea el fundamento de la vida cristiana.
Permítame mostrarle lo que pensaba el apóstol Pablo sobre este asunto:
1 Corintios 3:10
Dios, haciéndome objeto de su gracia, me dio que yo, como un arquitecto con experiencia, pusiera los cimientos, a fin de que otros pudieran edificar encima. Ahora bien, los que ahora trabajen para levantar el edificio, deberán prestar atención a cómo lo hacen
1 Corintios 3:11
y tener bien presente que nadie puede poner un cimiento distinto del que ya ha sido puesto, que es Jesucristo mismo.


Veamos ahora como continuó la historia de Felipe y el etíope.
Hechos 8:36
Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?
Hechos 8:37
Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo:
Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.Hechos 8:38
Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó.
Hechos 8:39
Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió gozoso
(es decir con fruto del espíritu)
su camino.
Resumiendo hasta aquí: lo que es necesario entender prioritariamente en la Palabra es el evangelio; entonces, si este es guardado en el corazón, producirá fruto del espíritu.
El poder no está en la cáscara sino en la semilla. Para que tengamos fruto, no se nos dice que sembremos meramente la palabra sino el evangelio que ella transmite. Manipulear el envase no es lo que da fruto, sino obtener la semilla y plantarla en el corazón.
El evangelio del amor de Dios y su gracia en Jesucristo es la semilla que trae la vida que proveniente de Dios.
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Click para ver Parte II: "El Evangelio y el Fruto del Espíritu"
Click para ver Parte III: "El Perdón de Pecado y la Salvación"

Notas

Nota 1:
Aunque algunas consideraciones están escritas desde el punto de vista de un observador ajeno a las experiencias comentadas, no se debería suponer por eso que el que escribe esta necesariamente fuera de dichas consideraciones.
Nota 2:
Para evitar malos entendidos, aconsejo no inferir aquellas cosas que no digo explícitamente o cosas que no resulten ser una conclusión evidente de lo expresado.

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A.A.B